Reticencia Ciclica

Sostengo el auricular del teléfono y del otro lado de la línea tu me hablas sobre las miserias cotidianas... sobre la desesperante y embrutecedora rutina y la monotonía del aire que se empeña en repetir los mismos nombres, los mismos lugares, los mismos recuerdos...

La visión de ti sería el lecho donde mi alma, se adormecería para soñar con otro cielo. Yo no lo sabia, pero en mis cielos interiores vagaban las estrellas con tu nombre iluminando la impenetrable oscuridad del maquiavelico invierno espiritual. Cariño, ¿aún lloras? Puedo soportar mi dolor pero el tuyo me encarna... me duele... me ahoga...

Estoy despojando mi cerebro de las telarañas que lo engullían... Pero inevitablemente continuo encontrándote a la sombra de mis días de fluoxetina. (deja vuh)

-Y bien... ¿cómo has estado? –preguntas

-Bien, muy bien. –Respondo- y sonrío, con tristeza y menosprecio pero sonrío...

Y pienso en lo mucho que me gustaría decirte que te quiero... que te admiro... que estoy profundamente orgullosa de ti, que hubiese preferido que no hayas estado aquí en el momento en el que nuestro mundo estalló en llamas y todo quedó reducido a los míseros y espantosos recuerdos... ["Ya no son los silencios los que lastiman, ahora son las palabras y hasta la respiración... llorar es tan ofensivo como escupir al rostro..."]

Sigo buscando las palabras adecuadas que te cuenten lo que me pasa, cuando las encuentre serán tuyas... mientras tanto sólo acato a inquirir: Y dime... ¿tu cómo has estado?, ¿qué has hecho?

Sostengo el auricular del teléfono y del otro lado de la línea tu me hablas sobre las miserias cotidianas... sobre la desesperante y embrutecedora rutina y la monotonía del aire que se empeña en repetir los mismos nombres, los mismos lugares, los mismos recuerdos... No puedo evitar entristecerme al escuchar tu vocecita. Ese timbre taciturno que inevitablemente abre las puertas del subconsciente dejando salir los recuerdos que siempre me transportan a aquel día...